29N, la solidaridad internacional con Palestina a través de los ojos de los prisioneros políticos colombianos

 

Hay pueblos que por más que se encuentren separados por las distancias geográficas, por sus culturas, por sus desarrollos históricos y por sus idiomas, están unidos por las circunstancias que los han llevado a soportar condiciones de invasión, sometimiento y colonialismo. Es el caso de los pueblos colombiano y palestino, que a pesar de décadas de conflicto y opresión, comparten un mismo clamor por la defensa de la vida y del territorio que habitan. Así lo expresa en esta carta el Movimiento de Presos Políticos Camilo Torres Restrepo desde la cárcel de Bellavista en Medellín (Colombia), tras la visita de Sahar Francis, directora de la organización palestina de Derechos Humanos y defensa de presos políticos Addameer, el pasado mes de octubre.

 

La existencia de los prisioneros políticos entre los que nos encontramos los prisioneros de guerra es una realidad, como también lo son las similitudes en el tratamiento que se nos da por parte de los Estados que intentan someternos y mostrarnos como ejemplo a quienes seguimos empeñados en la resistencia, en los sueños, las esperanzas y las utopías. Esas similitudes no son sólo la negación de nuestro carácter insurgente, sino también el aislamiento, las largas condenas, las condiciones de encarcelamiento o la violación de las garantías procesales.

 

Las condiciones a las que son sometidos los prisioneros políticos palestinos, si bien son similares a las nuestras, son mucho más denigrantes, comenzando por las absurdas cadenas perpetuas, como si todo el pueblo palestino no estuviera ya condenado a las mismas, como quienes han sido sometidos al exilio perpetuo; pero además hemos sabido que no tienen derecho al contacto con sus familias, ni con sus abogados, ni se les deja recibir correspondencia; y que un buen número de prisioneros lo constituyen niños cuyo único delito ha sido ser palestinos o cuando mucho, haberse atrevido a lanzar una piedra contra un tanque de guerra. En Colombia, la política penitenciaria se está endureciendo, contando ya con una cárcel de máxima seguridad en Valledupar que llamamos “la tramacúa”, vocablo que en la costa norte colombiana significa grande, pesada, dura, difícil.

 

Nuestra historia ha estado sacudida por guerras e intentos de paz, todos ellos fracasados por una oligarquía que nunca ha cedido un céntimo de sus fortunas ni un solo grado de su poder. En el desarrollo de esos diferentes intentos, los presos políticos del ELN hemos venido aportando, desde 1992, un papel protagónico. Desde la Cárcel Bellavista de Medellín, convivimos miembros del Movimiento de Presos Políticos Camilo Torres Restrepo, que nació en el último período del gobierno de Uribe Vélez (2006 – 2010) con el fin de facilitar el diálogo del ejecutivo con la guerrilla del ELN. Desde nuestro nacimiento hemos promulgado, desde la más opresora de las instituciones capitalistas, hacer de la memoria histórica un lugar más integral y dotado de verdad sobre lo que ha sido el conflicto social y armado en el país.

 

Otro de nuestros pilares de trabajo está enfocado a la dignificación de la figura de preso político, y para esta tarea consideramos vital visibilizar nuestra historia desde una narración propia, haciendo del relato con el que construimos nuestras memorias una herramienta de protección ante quienes presentan la historia deformada al servicio de intereses particulares. Por esto, el énfasis en dignificarnos se encuentra en desdibujar del imaginario colectivo la imagen neutralizada y envilecida de la insurgencia. Hemos transformado por completo el lugar donde habitamos y hemos hecho de esta zona un museo de realidades y un espacio esperanzador de responsabilidades. El trabajo colectivo y la búsqueda de vida organizada y orgánica son algunos de los principios con los que se describe este proyecto de acción y reflexión permanente.

 

El Territorio de Siembra, Sueños, Saberes y Esperanzas, como lo nombramos, es un sitio de “esperanza en la desesperanza”, como está escrito en uno de los murales que da vida al patio, testigo de construcciones colectivas con organizaciones sociales y procesos populares. En diálogo continuo con la sociedad civil, hemos propuesto un tejido de memoria en relación con las víctimas, pero sobre todo de búsqueda de la verdad, teniendo en cuenta nuestro status de presos políticos y de ciudadanos involucrados en el conflicto social y comprometidos con la construcción de paz.

 

A lo largo de estos años hemos desarrollado una labor pedagógica y de intercambio político con todos los sectores sociales, partidos políticos, iglesias y pueblos étnicos, con el propósito de escuchar y articular la multiplicidad de expresiones de la sociedad colombiana e internacional que lucha por los derechos de los pueblos, por su autonomía, su independencia y su libertad. En esta labor, tuvimos la inmensa alegría de contar con la visita de Sahar Francis, defensora de presos políticos en Palestina, quien vino a conocer nuestra experiencia y a compartirnos la suya en esa labor tan difícil de ser solidarios con causas aparentemente perdidas debido a la prolongación de los conflictos. Las imágenes que se muestran a través de los medios masivos de información no son nada comparadas con lo que a diario le toca vivir no sólo a los presos políticos palestinos sino al conjunto de este pueblo, destinado al exterminio por la supuesta voluntad de un Dios que escogió a un solo pueblo para hacerlo disfrutar de las delicias de una tierra fértil en medio de la aridez de los desiertos, y que hoy se ha constituido en terreno de disputa de las grandes potencias sin importar la suerte de sus habitantes ancestrales.

 

En el intercambio con la compañera Sahar, ratificamos una vez más que la lucha de los pueblos oprimidos es la misma, pero también que los intereses del capitalismo son los mismos en todas partes y también sus métodos para el sojuzgamiento de los pueblos. La supuesta democracia, paradigma de la civilización occidental, se intenta expandir por el mundo y quienes nos resistimos a esa avalancha imperialista, sufrimos las consecuencias que, entre otras, contempla el encarcelamiento como escarmiento para el resto de luchadores por la libertad y por la dignidad. Este intercambio nos dejó una sensación de sentimientos encontrados: de alegría por haber contado con la presencia de una representante de la lucha y resistencia de un pueblo tan aguerrido que se niega a desaparecer, el entusiasmo de poder ratificar que no estamos solos en la lucha, que los lazos de amistad y de hermandad entre los pueblos son posibles a pesar de todas las dificultades y riegos que se tengan que correr. Al mismo tiempo queda la sensación de cierta impotencia por no poder hacer más ante tanta agresión tanto allá como acá, no sólo por las bombas y la metralla, sino también por las condiciones a las que se nos somete.

 

Aun así, en medio de un panorama tan desolador, la esperanza se niega a morir en el patíbulo que le ha construido el capitalismo y por el contrario cada día renace cual la yerba que aprovecha cualquier brizna de tierra que se deposita entre las grietas del concreto. Nuestro compromiso debe ser con la vida. Así se nos haya impuesto la guerra, nuestra apuesta debe seguir siendo por el entendimiento y la cooperación entre los pueblos, con el que se busque el bienestar de la humanidad sin importar su origen, su color de piel o sus credos de fe. Desde la cárcel seguiremos gestando la paz, que no implica la negación del conflicto, sino la búsqueda de una manera no violenta para resolverlo. Nuestra posición no es de rendición ni de entrega, puesto que la dignidad no se negocia.

 

Agradecemos a la compañera Sahar, a Addameer, por haber hecho posible este encuentro que apenas es el inicio de lo que esperamos sea un intercambio constante, no solo con el pueblo palestino y sus prisioneros, sino con todos los pueblos del mundo y con quienes se encuentren privados de la libertad como consecuencia de su compromiso con la lucha por la libertad y la dignidad. Las rejas no serán el impedimento para encontrarnos y comunicarnos; siempre habrá personas, organizaciones y procesos que se atrevan y se arriesguen a ir por el mundo conectando hilos, llevando saludos y compartiendo abrazos que ni lo muros ni los sistemas de seguridad podrán impedir.

 

Movimiento de Presos Políticos Camilo Torres Restrepo.

Estamos presos pero no estamos detenidos.

 

Noviembre de 2018

 

Texto completo en castellano en http://www.addameer.org/es/publications/29n-la-solidaridad-internacional-con-palestina-trav%C3%A9s-de-los-ojos-de-los-prisioneros